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miércoles, 28 de abril de 2010

¿Cómo se puede refrescar y destapar el vino? Con ingenio, todo se puede.

¿Cómo se explica?

En un soleado mediodía de verano -cuando es usual un dia de campo- la temperatura del aire será mucho más alta que la del suelo bajo la superficie.

Aunque depende de muchos factores, principalmente del tipo de suelo, la variación resulta muy notable. Por ejemplo, a 10 cm de profundidad la temperatura puede ser 3º más baja que a 5 cm de profundidad. La humedad también aumenta a medida que cavamos, ya que en la superficie existe evaporación (por acción del sol) y además el agua filtra más fácilmente hacia lo profundo.

De modo que un pozo alargado de 10 cm de hondo basta para lograr una temperatura suficientemente fresca. Contando con una pala, es mejor ir más profundo. Una botella normal de vino mide unos 30 centímetros de alto. Un pozo cilíndrico de 35 cm resulta perfecto para meterla verticalmente y cubrirla. Es conveniente no dejar resquicios.
La humedad colabora para transmitir el frío al líquido a través del vidrio, de modo que unos cuantos minutos alcanzan para lograr la temperatura deseada. Un corto rato sirve para refrescar el vino tinto; el vino blanco debe permanecer enterrado un poco más.


En cuanto al tapón (que seguimos llamando corcho, aunque la corteza del albaricoque, el auténtico corcho, se emplea cada vez menos), los golpes lo van aflojando paulatinamente. En parte por la misma vibración que genera el impacto; en parte porque la porción de aire que siempre se deja entre la bebida y la tapa (unos pocos centímetros cúbicos) se comprime durante un instante y empuja el tapón hacia afuera.
 
 

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