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lunes, 15 de noviembre de 2010

México, sin preparación para atender a niños superdotados

Ariane Díaz


Periódico La Jornada
Lunes 15 de noviembre de 2010, p. 36


Mozart fue uno de ellos. También Albert Einstein, Leonardo da Vinci y Pitágoras. Genios, prodigios, talentosos. Superdotados. Los hay en todo el mundo; sin embargo, en México un gran porcentaje de esa población no es identificada y mucho menos atendida.

“México no está preparado para trabajar con niños genios, lo que ocasiona fuga de cerebros, porque aquí no encuentran lo que necesitan”, señala Dalia Becerra, siquiatra de la Secretaría de Salud.

La Secretaría de Educación Pública (SEP) contempla a esta población bajo la denominación de personas “con aptitudes sobresalientes y/o talentos específicos”.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 2.28 de la población mundial está en las filas de los “niños talento”.

Con base en este criterio, los alumnos sobresalientes teóricos en México serían casi 800 mil, explica Antonio Rada, fundador de la asociación civil Telegenio, orientada a identificar y apoyar a los niños con un coeficiente intelectual alto.

Cifras oficiales de la Dirección de Educación Especial de la SEP indican que a la fecha la población atendida en el país ascendía a 110 mil 478 menores. “Un niño genio nace, no se hace”, coinciden los especialistas. La “producción” de un niño superdotado es multifactorial, influye la herencia genética, el ambiente en el que se estimule o inhiba al individuo y hasta la alimentación de la madre durante el embarazo, advierte Roberto de la Fuente, jefe de Salud Mental de la clínica 22 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Desde el punto de vista neurológico, la diferencia entre un niño sobresaliente y uno normal es que el sistema nervioso central del primero registra más conexiones nerviosas y presenta mayor profundidad en los surcos de los hemisferios cerebrales, asegura Becerra, especialista del Hospital Siquiátrico Infantil JN Navarro.

Clínicamente, puede definirse como superdotado a quien posee un coeficiente intelectual mayor a 130 puntos en la escala Wechsler de Inteligencia para el nivel escolar (WISC), el test sicológico más comúnmente aplicado.

La escala WISC consiste en dividir la inteligencia en dos áreas principales: verbal y de ejecución, cada una subdividida y evaluada con pruebas precisas que miden distintas funciones.

La doctora afirma que existen varias subcategorías del término superdotado: “La inteligencia más estandarizada en México es de 90 a 110 puntos de la escala WISC; más de 115 se considera brillante; 130 para arriba es superdotado leve, más de 145 es superdotado moderado y de 160 en adelante se denomina superdotado profundo”, explica.

Agrega: “un niño superdotado definitivamente nace; no se ‘hace’; un superdotado leve puede pasar a moderado si se le da una estimulación importante”.

En cuanto a las características conductuales de estos menores, Rada destaca que muestran motivación por aprender, creatividad, disincronía entre la edad mental y la corporal, e hiperactividad.
Además poseen madurez mental temprana, aprendizaje acelerado, determinación en sus decisiones, así como gran sensibilidad, solidaridad, compasión.

Dalia Becerra agrega que los niños superdotados se caracterizan por un lenguaje verbal claro a temprana edad.

Los niños sobresalientes suelen ser lectores precoces y preguntar mucho, “lo que puede generar cierta hostilidad en los adultos, pues creen que son retadores”, explica la siquiatra. También les aburren actividades repetitivas, hacen buen uso de la tecnología (aparatos electrodomésticos, por ejemplo), suelen ser espontáneos y no les gustan las injusticias, ante las cuales se inconforman, aun cuando no sea en contra de ellos.

¿Rebelde con o sin causa?
 Es común que la presencia de aptitudes sobresalientes se confunda con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, por lo que es importante que el niño sea valorado por un especialista.

La siquiatra subraya la importancia de contar con un diagnóstico certero para el tratamiento del niño, pues es frecuente que tenga problemas para relacionarse con sus pares por sus intereses tan disímbolos.

Alerta que un mal diagnóstico puede llevar al desarrollo de trastornos de personalidad, procesos depresivos, así como disfunción laboral, de pareja y/o social.

“El niño necesita ayuda especial para sacar el mayor provecho y que no se desadapte al medio que lo rodea. El objetivo principal es que sea un sujeto funcional, feliz y bien adaptado a la sociedad”, puntualiza Becerra.

Gabriela de la Torre, responsable de Atención Educativa a niñas, niños y jóvenes con aptitudes sobresalientes o talentos específicos del Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa, subraya la relevancia de atenderlos.

“Estos niños se aburren en el aula cuando no se les da atención. Se aburren un año, dos, pero al tercero pican al de junto, al cuarto ya hacen travesuras, al quinto hacen pintas afuera de la escuela, y luego desertan”, advierte.

Se trata, dice, de un problema internacional, no sólo en México, pues estos niños por falta de atención tienen un fracaso escolar y el reto es volverlos a capturar.
“Una vez que salen buscan otros lugares donde sí se aprecie su potencial y esto puede ser muy amplio, desde ‘puse mi negocio y soy exitoso sin ir a la escuela’ hasta ser delincuentes”, alerta.




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