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miércoles, 24 de noviembre de 2010

A punto de perderse, el rito del “entierro del ombligo” en Cholula

Miércoles, 24 de noviembre de 2010. La Jornada de Oriente

YADIRA LLAVEN


“Si es mujer su ombligo (sic) debe ser enterrado en el tlecuile o fogón de la cocina de la casa; y si es varón debe ser enterrado en el campo de cultivo o traspatio, si el padre se dedica a la labranza, pero –en la época prehispánica– si era hijo de un guerrero, esto debía hacerse en el campo de batalla”, detalló.

Al igual que la placenta, el muñón umbilical recibe un tratamiento ritual cuando se desprende, pues se piensa que sigue formando parte del individuo, y todo aquello que pudiera ocurrirle a aquél repercutiría en su bienestar.

Para el hijo varón el entierro del ombligo (sic) representa un arraigo donde nació y creció su padre y sus antecesores; y en el caso de las féminas augura que sea una “mujer de casa”, diestra en las labores domésticas.

En entrevista, Jiménez comentó que esta pérdida del ritual se ha registrado en la última década, en San Pedro Cholula, a raíz de que la ciudad ha crecido de manera desmedida, asociado a que los jóvenes ya no tienen ningún interés de conocer ni preservar su cultura y sus tradiciones.

Antes de sepultarlo, dicta la tradición, el ombligo (sic) debe ser remojado en agua y de éste líquido que emana se le deben poner unas cuantas gotas en los ojos al niño, para purificar su vista y protegerlo del “mal de ojo”.

Al igual que la placenta, dijo que el ombligo (sic) es parte sagrada de cada persona, y cuando ya se cae tiene que ser enterrado debidamente para que no se le hagan mal al niño.

Además de la cocina o el campo, también puede ser sepultado en la puerta de la casa.

El rito tiene su antecedente en la época prehispánica, como lo documentó el antropólogo Miguel León Portilla, quien escribió que “el enterramiento simboliza la búsqueda de un destino para del hijo”.

Hay que destacar, que al igual que los cholultecas, los popolocas y nahuas consideran que el ombligo se debe cortar a una “cuarta”, cuidando de no dejarlo ni más grande ni más pequeño, pues influiría en la futura vida sexual del niño.

Los totonacos de Amixtlán, Puebla, cuelgan el ombligo en la punta de un árbol para que cuando el niño llegue a adulto, pueda trabajar en lo alto sin perder el equilibrio y, además, con el fin de asegurar buenas cosechas de temporal en las empinadas faldas de los cerros.
La mancha urbana ha provocado que en San Pedro Cholula se esté perdiendo una de los rituales más antiguos de la cultura cholulteca, como es “el entierro del ombligo” al nacer el niño, informó Fabián Jiménez, presidente de la “Fundación Omar Jiménez Espinosa” y conocedor de la cultura local, quien explicó que, como lo indica su nombre, el rito de sepultar el cordón umbilical tiene como finalidad de que el recién nacido se arraigue en el pueblo de sus ancestros.

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